Todos los que hoy nos llamamos cristianos es porque en algún momento de nuestra vida hemos decidido creer en él.
Pero que es lo que hemos creído de él, que él
hace milagros, que nos va a sanar, que nos va a proveer del dinero que
necesitamos. etc.
Jesucristo no solo quiere que creamos en él ya
que cualquiera puede creer en él, hasta los demonios creen en él. Santiago 2:
19 “Tú crees que Dios
es uno. Haces bien; también los demonios creen, y tiemblan.”
Jesucristo quiere que confiemos en él. Confiar
es tener la capacidad de entregarnos a esa persona, en lo espiritual es tener
la capacidad de entregarnos en pleno a Jesucristo.
Una persona que todos los días mira a otra
pasar caminando por un cable extendido de un lado a otro de un abismo, si le
preguntan que, si ella cree que esa persona es capaz de pasar al otro lado por
el cable, obviamente que tiene que contestar que sí.
A eso le
podríamos llamar creer. Pero si alguien le pregunta que, si es capaz de el
subirse a los hombros de esa persona y pasar juntos por el cable, a esto le
podríamos llamar confianza. Una cosa es creer que él es capaz de pasar por el
cable, y otra muy diferente es tenerle la suficiente confianza como para poner
nuestra vida en sus hombros.
Con
Jesucristo sucede lo mismo creer en él es relativamente fácil, confiar en él es
lo que a muchos les cuesta.
La confianza
se desarrolla y se manifiesta en los momentos de dificultad. V 3 “En el día
que temo, Yo en ti confío.” sin vivir momentos de
dificultad sería imposible decir que tenemos confianza.
Para que
sirve Confiar en Dios.
1. Nos Permite
Alabar de Corazón V 4 a “En Dios alabaré su palabra;” la
confianza en Dios, en nosotros y en lo que hacemos nos da libertad, nos da la
capacidad de poder disfrutar o en el caso espiritual Alabar.
2. Perdemos
el Miedo al Hombre. V 4 b “En Dios he confiado; no temeré;
¿Qué puede
hacerme el hombre?” el miedo paraliza e impide que
alguien avance. El hombre solo puede
meterse con nuestro cuerpo, Jesucristo puede matar nuestra alma es decir sin
Jesucristo no tenemos salvación. Mateo 10: 28 “Y no temáis a
los que matan el cuerpo, más el alma no pueden matar; temed más bien a aquel
que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.”
3. Dejamos
que sea Dios quien se encargue de nuestros enemigos. V 6-7 “Se reúnen,
se esconden, Miran atentamente mis pasos, Como quienes acechan a mi alma.
Pésalos según su iniquidad, oh Dios, Y derriba en tu furor a los pueblos.” cuando
nosotros aprendemos a dejar nuestras cargas en las manos de Jesucristo podemos
actuar con más libertad en lo que tenemos que hacer.
Es muy difícil
para una persona alcanzar sus sueños y propósitos cuando está preocupado y
ocupado en defenderse de los demás.
Nuestros
principales enemigos no son los que están afuera, nuestros principales enemigos
están dentro de nosotros, se llaman: temores, prejuicios y los diferentes
miedos que nos impiden avanzar.
4. Dios
entiende nuestras debilidades y temores y está siempre listo para ayudarnos. V
8 “Mis huidas tú has contado; Pon mis lágrimas en tu redoma; ¿No están
ellas en tu libro?” nuestra confianza en Cristo nos lleva a no fingir
delante de él, él nos acepta tal como somos y en el camino nos va
transformando.